“La clave es que el turismo sea sostenible, no es un eslogan, es la clave”. Son palabras de Manuel Butler, director ejecutivo de la Organización Mundial de Turismo (OMT), que asegura que “el turismo está viviendo un cambio disruptivo y radical que va a afectar y está afectando a todas las cadenas de valor”, como revela esta sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.
Un cambio que va a conformar el nuevo turismo, un modelo sostenible que tiene en cuenta las externalidades de su actividad en el medioambiente y en los recursos naturales. Butler asegura que de la misma forma que existe la economía verde, existe el turismo verde.
Aerolíneas y navieras, que son los grandes contaminantes de la cadena de valor turística, ya tienen la sostenibilidad como uno de los principales ejes de su negocio. A pesar de ello, Butler asegura en una entrevista a ABC que no es suficiente. “Las grandes empresas lo están incorporando en su gestión, aunque la clave está en expandirlo a todo el ecosistema. Organismos como la OMT, asociaciones empresariales, gobiernos… todos tenemos responsabilidad”.
El sector turístico lamenta que los movimientos ecologistas demonicen el turismo y planteen políticas maniqueas que recomiendan no volar o que se muestran hostiles con los cruceros o con los turistas. Organizaciones como Ecologistas en Acción afirman que la actividad turística está teniendo efectos devastadores para el territorio tanto a nivel social como ambiental por su consumo de energía, generación de residuos y emisiones de CO2, además de ocupación del territorio.
COMPROMISO HOTELERO. El sector hotelero español asegura que lleva años reduciendo el impacto ambiental de su actividad. Es el caso de Iberostar, que puso en marcha el proyecto “Ola de Cambio” liderado por la vicepresidenta de la cadena Gloria Fluxá con tres líneas de actuación: la eliminación de los plásticos de un solo uso, el fomento de consumo responsable de pescado y la mejora de la salud costera. Fluxá sostiene que la “Ola de Cambio” no es una moda o una política de marketing sino una filosofía que impregna a todo el grupo.
La tesis es que es posible disfrutar de las vacaciones siendo al mismo tiempo respetuosos con el medioambiente. En 2018 Iberostar y la Universidad de las Islas Baleares crearon la Cátedra Iberostar del Mar para fomentar la formación especializada y la investigación en el campo de la ecología marina.
Meliá Hotels International ha sido nombrada por la agencia de inversión sostenible SAM la compañía hotelera más sostenible del mundo en su Evaluación de Sostenibilidad Corporativa 2019 que evalúa cada año a más de 4.700 compañías de todos los sectores. “Es especialmente importante para las empresas del sector turístico”, aseguró Gabriel Escarrer que subrayó que la “industria turística está deseosa de liderar el camino hacia la sostenibilidad”, debido a su papel fundamental en la economía mundial y a su dependencia de factores como el clima y los recursos naturales. También Meliá fue la primera en financiarse con créditos sostenibles que vinculan su precio al compromiso ambiental de la empresa.
Muchas otras cadenas y hoteles independientes cuentan con certificados de calidad turística ambiental (EMAS) y han incorporado la sostenibilidad en sus procesos y en la concienciación de los clientes para ahorrar energía y recursos naturales.
ECOTASA. Los hoteleros, además, recuerdan que en algunos territorios contribuyen con impuestos para que reviertan en el medioambiente y en el turismo. Una ‘ecotasa’ que en Baleares algunos empresarios como Gabriel Escarrer, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International, consideran una “aberración” y una “ecofarsa” por no cumplir con su propósito inicial. Solo en Baleares se recaudaron 104,9 millones de euros en 2019 que en parte se destinarán a construir una línea de metro, hacer una escuela de danza o para construir viviendas VPO.
Estos proyectos financiados por el Impuesto de Turismo Sostenible (ITS), ajenos a la finalidad medioambiental, han puesto de acuerdo a hoteleros y ecologistas que han calificado de “fraude” la gestión del impuesto.
FLYGSKAM. El movimiento Flygskam (‘vergüenza de volar’) ha supuesto un reto para las aerolíneas. Surgido en Suecia, penaliza el transporte aéreo, especialmente en los vuelos interiores, y apuesta por medios más sostenibles como el tren, que contamina veinte veces menos que el avión.
La aviación representa cerca un 2% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono (CO2), según la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). En 2018 viajaron en avión 4.300 millones de personas en el mundo, una cifra que se multiplicará por dos en los próximos 15 o 20 años.
En 2016 la OACI puso en marcha un mecanismo mundial de compensación de emisiones de CO2 llamado Corsia para estabilizar las emisiones (crecimiento neutro) a partir de 2020. A partir de 2021, las emisiones de CO2 que superen el nivel de las de 2020 quedarán compensadas por la compra de «créditos» de reducción de emisiones.
Sir Tim Clark, presidente de Emirates, la aerolínea de larga distancia más grande del mundo, y una autoridad en el sector, admite su admiración por los activistas del cambio climático porque han hecho más por impulsar el cambio que cualquier otro organismo gubernamental o industrial. «Me gusta bastante Greta Thunberg por haber puesto un enfoque real en que no estamos haciendo lo suficiente a la velocidad que deberíamos”, ha reconocido a la BBC.
No obstante, Clark afirma que encontrar una alternativa viable a los combustibles fósiles no es posible a corto plazo. Pero sí es viable lo que ya se está haciendo: motores un 50% más eficientes que hace 30 años, materiales más livianos, nuevas formas de rodar en las pistas o un diseño más eficiente de las rutas aéreas.
Easyjet ha comenzado a compensar las emisiones de carbono generadas en sus vuelos. Ha invertido 29,2 millones de euros para conseguir que cada tonelada de carbono emitida por sus aviones sea compensada con proyectos de reforestación, energía solar o potabilización de agua.
Además, recientemente ha acordado con Airbus trabajar conjuntamente en los aviones híbridos y eléctricos. “Nuestra prioridad es trabajar para reducir nuestra huella de carbono a corto plazo mientras continuamos apoyando el desarrollo de nuevas tecnologías como los aviones eléctricos, los cuales prometen reducir radicalmente la huella de carbono de la aviación”, afirmó Johan Lundgren, consejero delegado de Easyjet.
Por su parte, IAG, matriz de Iberia, Vueling, British Airways, Level y Aer Lingus, ha lanzado un plan para invertir en combustibles sostenibles, renovar su flota con aeronaves menos contaminantes y buscar alternativas al impacto de los aviones en el medioambiente.
Iberia ha creado una Dirección de Sostenibilidad que guiará la estrategia y los proyectos en materia de sostenibilidad ambiental y social de la compañía con el foco en el cumplimiento de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.
IMPUESTOS. Ryanair se ha situado entre las diez compañías europeas que más gases de efecto invernadero emiten a la atmósfera, según la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente. La aerolínea irlandesa declaró 9,9 megatoneladas de gases de este tipo en 2018, un 50% más que hace cinco años.
Otras muchas aerolíneas están bajo la lupa por la velocidad a la que crecen sus emisiones. Por ello, ha resurgido con fuerza la idea de introducir impuestos al queroseno, a lo que se oponen frontalmente. “Las aerolíneas ya pagamos impuestos medioambientales. Este año, Ryanair pagará 630 millones de euros en tasas medioambientales”, según Alejandra Ruiz, portavoz de la aerolínea.
AVIONES MÁS EFICIENTES. La nueva generación de aviones, como los Boeing 787-9 Dreamliner o los Airbus A350 suponen un 25% menos de emisiones que los aviones de anteriores generaciones. Desde que entró en servicio en 2011, la familia 787 de Boeing ha supuesto más de 52.600 millones de euros de combustible.
Actualmente existen cuatro maneras de impulsar un avión: el queroseno, el hidrógeno –que requeriría depósitos hasta seis veces más grandes–, las baterías –de momento demasiado pesadas– y los biocarburantes -demasiado caros y poco escalables-. Los expertos aseguran que lo más factible sería crear un avión híbrido que combinara varios de estos sistemas a la vez. Pero desarrollar nuevos aviones cuesta al menos veinte años.
CIELO ÚNICO EUROPEO. La IATA ha pedido que les reconozcan los esfuerzos que están realizando y recuerdan que no todo es su responsabilidad. Por ello, reclaman a la Comisión Europea que impulse el ‘Cielo Único Europeo’. De esta forma se dejarían de emitir 10 millones de toneladas extra de CO2 por la fragmentación del espacio aéreo.
El turismo sostenible es una responsabilidad compartida que atañe a todos: las administraciones, las empresas turísticas y de transporte y a los propios clientes. Organizaciones ecologistas y activistas han impulsado la concienciación global como nunca antes, pero también se les reclama que propongan soluciones viables a un fenómeno global. La tecnología actual no permite que los grandes medios de transporte dejen de contaminar de un día para otro, pero sí es posible reducir las externalidades gracias a los motores y a los nuevos materiales, además de compensar los impactos de la actividad turística.
Por último, las administraciones tienen la responsabilidad de implantar medidas que permitan un turismo sostenible sin poner en riesgo una actividad económica fundamental, que solo en España representa el 15% del producto interior bruto, el 45% en Baleares, y el 35% en Canarias.
Los cruceros, en el punto de mira de los ecologistas
El sector de los cruceros también ha sido señalado por los movimientos ecologistas como uno de las más contaminantes. Los puertos de Barcelona, Palma, Venecia, Civitacecchia y Southampton son los que sufren mayor contaminación en Europa por la presencia de cruceros, y España es uno de los países más expuestos a la polución, según un estudio de la federación Transport & Environment , a la que pertenece Ecologistas en Acción.
Los barcos de la operadora de cruceros más grande del mundo, Carnival Corporation, emitieron en 2017 solo en los mares europeos 10 veces más dióxido de azufre que los más de 260 millones de vehículos de pasajeros que circulan por Europa.
Por ello reclaman una regulación de emisiones cero para los cruceros en los puertos, dado el “alto riesgo para la salud de sus pasajeros y de las poblaciones más cercanas a las terminales de cruceros”, según el director de políticas de transporte de Transport & Environment, Faig Abbasov.
La Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) rechaza este informe porque no está avalado por la comunidad científica y remarca que la industria de cruceros ha sido precursora en la implantación de la tecnología de depuración de gases de escape que contribuyen a la reducción de las emisiones de óxidos de azufre y de partículas a la atmósfera.
También destaca que es «una industria precursora en la implantación de sistemas de propulsión basados en gas natural licuado» y que más de un tercio de los barcos de crucero en construcción, 25 en total, lo utilizarán como su fuente primaria de combustible. Además, más del 70% de la flota de cruceros -152 barcos- utilizan ya sistemas duales que combinan combustibles como el metanol o el biodiésel con combustibles fósiles tradicionales.