“Esperpento”, “vergonzoso” o “escándalo” han sido palabras que se han leído en la prensa más seria para referirse al conflicto accionaral vivido en NH –dueña de la colombiana Hoteles Royal– durante el pasado junio. Y no parecen exageraciones, puesto que hasta el propio mayor accionista ha hablado en cartas públicas de “chantaje” y ha llamado “cínicos” a algunos de sus colegas.
Desde la salida de Antonio Catalán de la cadena que fundó, periódicamente se han venido produciendo fuertes sobresaltos en su capital. En 1988 los financieros de Cofir entraban en el accionariado de NH, a los diez años de que se abriera su primer hotel, y en 1996 salía a Bolsa, tras tres años en la cadena de Gabriele Burgio, como desgrana esta sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.
La llegada del florentino como el jefe de NH durante 18 años abrió una etapa ambiciosa, con operaciones como las de Jolly, Krasnapolsky o Sotogrande, aunque también de escándalos por sus privilegios; por el papel de su mujer, o por su indemnización cuando en 2011 Rodrigo Rato como presidente de Bankia le expulsó de la cadena.
Pero desde 2003 el clima de conflicto accionaral está instalado en la cadena, cuanto Hesperia lanzó una OPA hostil sobre el 26 por ciento de NH, que entonces era ocho veces mayor. En 2006 la hotelera de José Antonio Castro conseguía ser el principal accionista de NH, con el 23 por ciento del capital, tras todas las posibles artimañas entre los accionistas principales.
En 2009, un acuerdo entre NH y Hesperia ponía fin a una disputa que había pasado por convocatorias de juntas o ampliaciones de capital para diluir, aunque poco duraba la paz. Con el desembarco de Rato en Bankia en 2011, el que entonces era el segundo máximo propietario de la cadena, al sumar al 10 por ciento de Caja Madrid el 5 por ciento de Bancaja, echaba a Burgio para poner a un hombre de su confianza, Mariano Pérez Claver.
Tres meses después, en mayo de 2011, y a río revuelto, entraba HNA en el accionariado como segundo accionista y el 20 por ciento del capital. y año y medio más tarde, en noviembre de 2012, Pérez Claver era despedido y sustituido por Federico González Tejera, procedente de Disney.
Se consiguió enlazar entonces un par de meses de cierta calma entre los accionistas, aunque en medio de pérdidas económicas recurrentes cada ejercicio. Los chinos llegaban al 29,5 por ciento del capital mientras Bankia salía y Hesperia era obligada por el Banco Santander a vender casi la mitad de su paquete ante sus elevadas deudas.
En enero de 2014 Bankia salía del capital y en junio de 2015, volvían las tensiones entre el nuevo segundo accionista, el fondo Oceanwood, y el primero, HNA, ya que los chinos trataron de impedir la entrada en el consejo de los financieros. El septiembre pasado, el nuevo reparto accionarial, dejaba una cúpula con dos copresidentes no ejecutivos y dos vicepresisdentes.
Al poco tiempo, HNA entraba en Carlson, y el jefe de la segunda descubría las intenciones de fusión de ambas hoteleras, lo que ponía en pie de guerra al resto de accionistas, que aliados conseguían expulsar del consejo al accionista mayoritario y al CEO González Tejera, en medio de amenazas de denuncia y de expectativas sobre una OPA.
HNA consideró que el «repentino e inesperado» cambio en la gestión al frente del grupo debe leerse en «clave de castigo» y asegura que «traerá graves consecuencias”, después de la campaña orquestada por Oceanwood y Hesperia para «usurpar» el control del consejo de NH.
El grupo asiático apuntó en que un grupo de fondos especulativos (‘fondos buitre’), compraron acciones de NH tras su inversión con el único fin de forzar al grupo chino a lanzar una OPA y recuerda que Oceanwood es titular de 83 de los 250 millones de euros de bonos convertibles emitidos por NH y de entre 60 y 80 millones de los 250 millones de la deuda de alto rendimiento de NH que vence en 2019.
Así, las batallas de poder se han sucedido entre Burgio, Castro, Rato, los chinos de HNA o Oceanwood. En el último lustro, tres consejeros delegados han sido despedidos en medio de las pugnas accionariales.
La dureza actual del conflicto entre accionistas es similar a la que ha venido caracterizando la historia de NH, y los resultados de la cadena cuestionan que el modelo de hotelera cotizada sea el más idóneo para este tipo de negocio, en contraste con la estabilidad y ausencia de escándalos de las empresas familiares, no por ellos menos profesionalizadas, y bastante más rentables con un liderazgo definido. La mezcla de financieros e industriales como accionistas resulta a veces incompatible por los distintos objetivos de ambos y la tentación de fusionar actividades o sacar beneficio a corto plazo.