Pues resulta, como varios de mis lectores, ya sabrán, que hubo bodorrio, que quien esto escribe, tuvo a bien matrimoniarse con una tal Alice Ríos, de elegante presencia, buen decir, mejor familia y gran amor para dar, y con quien espero pasar del otoño al invierno de nuestras vidas, siempre rodeados del calor de nuestros hijos y de los entrañables amigos.
Y con ese gracioso motivo, emprendimos viaje, ese que aún no sé por qué se denomina Luna de Miel, a la cautivadora, emblemática y brumosa a veces, ciudad de San Francisco, California.
En este nuevo encuentro con tan hermosa urbe, descubrí que la neblina, que hace su aparición en la ciudad a la hora y día que le da la gana y sin avisar, tiene su nombre, se llama Karl y hasta perfil tiene en Instagram. Karl es simpático (a), inoportuno e impredecible, es parte de la ciudad y los locales han aprendido a vivir y convivir con él, tal como lo recuerda “I left my heart in San Francisco”, que canta románticamente Tony Bennet.
Otra cosa que descubrí en San Francisco, es que es más hermoso y atractivo el Bay Bridge, que conecta a la ciudad con Oakland, que el súper famoso y emblemático Golden Gate. Por supuesto, que este último es hermoso, emblemático, legendario y el mas fotografiado del mundo, pero la iluminación nocturna del Bay Bridge, cenando desde el EPIC STEAK, no tiene comparación.
Pero lo que hizo que Alice y yo nos maravilláramos de San Francisco, fue sin duda el mágico y romántico Sausalito, al otro lado del Golden Gate. Al comentarlo con mi hijo Alan, el arquitecto, quien siempre tiene buenas frases como su abuelo, me dijo: “Es ese lugar de California, en el que ya no importa cuánto dinero tengas, sino cuántos años puedas vivir para disfrutarlo” … y sí, Sausalito, está lleno de gente retirada con una increíble calidad de vida.
Lugar romántico, frente a la bahía con una marina plagada de veleros, pequeños restaurantes de todo tipo, galerías de arte, y una imagen urbana de envidia.
Tuvimos la experiencia de atestiguar cómo un par de hombres muy maduros, “botaban” su lancha al agua, que era tan antigua y orgullosa como ellos; un bote de casco de madera de 1957, toda una experiencia.
Y desde ahí, desde el romántico Sausalito, emprendimos el viaje en UBER a los viñedos de Robert Mondavi en Napa Valley, para tener primero una fantástica degustación de maravillosos vinos y luego una romántica comida.
Primero los vinos; un 100% Chardonnay 2019 Unoaked, divino, luego el mejor Pinot Noir que he probado, un Carneros PNX 2016 (Pinot Noir Xperience); seguimos con un robusto Cabernet Franc 2018, Oakville, para aparentemente cerrar la degustación con un potente y clásico Cabernet Sauvignon, Stags Leap Disctrict 2017, simplemente sublime, pero digo aparentemente, porque luego apareció nuestra hostess con una sorpresa de regalo, se trataba de un Reserva de Mondavi, 2015 que no estaba en el programa de la degustación y con el que cerramos con broche de oro esta magnífica experiencia degustativa en uno de los mejores viñedos de Napa Valley.
Continuamos al pequeño poblado de Yountville, a solo unos minutos, para disfrutar la exquisita experiencia de una comida francesa en el Bistro Jeanty, atendido por su propietario. Inolvidables el Bistro, su personal y el pequeño pueblo, muy recomendable.
En San Francisco y sus alrededores, como en otras ciudades de los Estados Unidos, se privilegia el respeto por los espacios públicos, pero en esta ciudad costera de California son en verdad envidiables. Es una delicia ver a la gente salir a pasear en bicicleta por todas partes, pasear a sus perros o simplemente salir a disfrutar del paisaje en parques, jardines y banquitas públicas por doquier. Calles y avenidas perfectamente señalizadas, indicando el nombre de la calle tanto en el clásico letrero de la esquina, como incluso en una placa de fierro sobre la banqueta en la esquina de cada calle; Alice y yo decíamos, “casi igual que en Cancún”.
Entiendo que no son válidas las comparaciones, por muchas y muy diversas razones, pero no deja de ser frustrante que viniendo de una ciudad turística y tan “exitosa” como lo es Cancún, te encuentres en una maravillosa ciudad con diferencias tan contrastantes, sobretodo en Imagen Urbana y Espacios Públicos.
En San Francisco entendí, aunque ya lo sabía, y desde hace mucho ha sido mi preocupación, que en Cancún y en todo Quintana Roo debemos trabajar mucho más en el rescate de espacios públicos y en gestionar experiencias para todos nuestros habitantes, que permitan el disfrute y la integración familiar, espacios dignos, hermosos, de gran calidad, de los que puedan sentirse orgullosos todos los habitantes, y que si el turismo los visita y conoce sea un valor agregado, pero en donde lo primordial sea el ciudadano.
Hay aún mucho por aprender de otras urbes, de otras culturas y de otras maneras de administrar una ciudad.
Eventualmente la soberbia, y sin duda los intereses particulares, no nos permiten avanzar.
Al regreso, luego de una maravillosa última noche de luna en la Bahía de San Francisco; nos recibe nada más y nada menos que el mal llamado Boulevard Colosio… que le puedo decir a mis ocho lectores, la experiencia es impactante, dan ganas de regresarse… ¿para cuándo tendremos una avenida de entrada digna de Cancún?, ¿Para cuándo ?…
Muy pronto Al Buen Entendedor… en pod cast… y muy pronto también, nueva lectura de “Mis Secretos”, mi biografía a mis 60… ya les cuento…