En todas las ciudades del mundo existen restaurantes de todo tipo que exaltan la cocina de diversos países o que honran la cocina local y en los sitios turísticos de manera especial, los atrevidos comensales son capaces de atestiguar el talento local y llevarse experiencias a casa dignas de recordar, pero también de olvidar.
Cancún es una de esas ciudades ya reconocidas en todo el mundo por su calidad turística, por sus extraordinarios hoteles, su maravillosa oferta de actividades y sin duda también, entre otras cosas, por su gastronomía y la pléyade de ofertas culinarias que la rodean.
No me canso de reconocer el enorme esfuerzo que hacen los restauranteros locales por mantener ofertas de vanguardia frente a un público cada vez más exigente por un parte y por otra frente al reto de un modelo económico que implica
ofertas hoteleras «todo incluido« que reducen cada vez más la salida de los huéspedes de los hoteles para reconocer las ofertas de la ciudad, modelo que sin duda obedece por ahora a leyes de oferta y demanda de los mercados.
Dicho esto, reconozco ampliamente la apuesta e inversión de los nuevos restaurantes tanto de la ciudad como de la zona hotelera que se atreven con valor, que invierten y que se insertan en la competencia para agregarle valor al destino.
Sin embargo me parece que hay quienes se atreven más de la cuenta y deberían ser cautelosos, sobretodo cuando se trata de proyectar la imagen culinaria y gastronómica de México.
La apuesta de PORFIRIO´S en la zona hotelera de Cancún es vanguardista, simpática y creativa, sin embargo si no mejoran radical y sustancialmente su cocina, es por decir lo menos, un tremendo atrevimiento al ofertar «cocina mexicana«, así, entre comillas, al turista que nos visita que podría llevarse una imagen errónea de nuestro fantástico patrimonio culinario.
Lo voy a decir sin afán de ofender, sólo de ejemplificar; son increíblemente mejores unas quesadillas, en un puestito de esos de esquina, o una barbacoa en el «changarro« de cada quien conocido, que los costosos platillos ofrecidos en ese sublime local.
No me preocupa ni me importa el precio, lo que me aterra es que los turistas que vayan ahí, se queden con la idea de que esa es la comida mexicana de altura, sería lamentable. Un jugo de carne mas salado que el mar muerto, y un Mixiote de Carnero minúsculo igual de salitroso a precio de hotel gran turismo, podrían espantar a cualquier turista.
Me parece que no basta con montarlo bien, bonito, vanguardista y «trendy« como dicen los neo diseñadores, sino que hay que ocuparse también de manera importante del aspecto que en primer lugar nos ha llamado a dejar la comodidad de la casa por el restaurante, lo culinario, el sabor, la comida pues. Tienen un enorme compromiso con México si quieren vender lo nuestro.
El problema que tenemos en México y que alguna vez escribiera en este espacio como falta de cultura gastronómica, es que a la auténtica cocina mexicana no se le dignifica. Usted se puede comer una maravillosa Birria, un estupendo Pozole o unos increíbles y deliciosos Sopes, pero eso nunca será con mantel, servilletas, buen servicio y mejor vino, eso siempre tendrá que ser en un «changarrito«.
Y si por asomo, alguien se atreve como Julia Mía, Porfirio´s o algún otro a ofrecer semejante oferta, lo hacen con gran dignidad, tremenda inversión, y hermosa arquitectura, pero vaya usted a saber por qué querido lector, la comida no se les da; quizá tendrían que llevar a los taqueros de la esquina y los pozoleros de barrio a sus cocinas para que les compartan sus secretos.
El caso es que si han de apostar por la cocina mexicana de barrio, de cantina por decir lo menos y si además se atreven a hacerlo para turistas, más vale que la dignifiquen, no creo que sea tan difícil.
Por hoy, que atrevidos !!