El Air Force One es un verdadero palacio aéreo. En términos reales lo que impresiona es el precio. Un 747-8 “normal” cuesta 357 millones de dólares. Pero el avión para el Presidente de Estados Unidos no es un aparato de transporte normal.
Para dar una idea —el costo exacto se ignora—, la Fuerza Aérea pidió 102 millones de dólares para el próximo año y se estima que pedirá otros tres mil millones con el mismo fin hasta la finalización del proyecto y entrega del nuevo avión presidencial, en 2023.
Habría que precisar que no se trata de un solo avión sino dos aparatos idénticos: el Air Force One no es un avión, sino la denominación que se da al aparato en el que viaja el Presidente.
Aun así, más de mil 500 millones de dólares por aparato es mucho dinero. El secreto del costo está en lo que transporta. Y de acuerdo con por lo menos una descripción, “es el símbolo del poder y el prestigio presidencial”.
Uno que en algunas de sus partes sólo puede ser descrito como lujoso, por cierto, y que en algunas otras resulta un centro de comunicaciones, una cocina de hotel o un centro de mando, según, publicó el sitio web de Excelsior.
Para algunos es una Casa Blanca aérea. Es el emblemático avión del Presidente de Estados Unidos. El Air Force One (AF-1).
Pero los dos aviones que hoy son designados indistintamente con ese título ya son viejos, tienen 25 años. Los nuevos están por construirse.
Pero lo que ahora se sabe y ha llamado la atención es que los planes para el nuevo avión presidencial estadounidense están hechos.
No se trata sólo del avión, que se presenta desde ya como el más grande o uno de los más grandes que se hayan construido, con una longitud de 75 metros y una envergadura de casi 68 metros —en ambos casos de cuatro a seis metros más que el actual—, sino también uno que aun sin que se sepa que llevará a bordo y a juzgar por los antecedentes, estará lleno de las últimas maravillas tecnológicas.