El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, va a dar marcha atrás en el proceso de apertura con Cuba iniciado hace treinta meses por Barack Obama, y abortará el desembarco en la isla de los grupos turísticos estadounidenses, a la vez que volverá a limitar la llegada de turistas americanos a Cuba, aunque no contempla prohibir los vuelos comerciales ni el tráfico de cruceros.
Trump, entre otras medidas, limitará los viajes a la isla y prohibirá el flujo comercial con el conglomerado militar del país, el Grupo de Administración Empresarial (Gaesa), que controla 60 por ciento de la economía cubana y que es el propietario de una mayoría hoteles en la isla mediante principalmente Gaviota y Cubanacán, lo que supone un veto a las cadenas estadounidenses para gestionar hoteles en Cuba.
Trump no tocará las remesas, ni prohibirá los vuelos comerciales ni el tráfico de cruceros, ni tampoco se restituye la política de pies secos, pies mojados que permitía a los cubanos entrar sin visa en EEUU, pero los viajes experimentarán un retroceso, pues aunque el turismo seguía prohibido con Obama, los desplazamientos se dispararon gracias a la creación de 12 categorías de viaje, como visitas familiares a proyectos humanitarios y actividades culturales.
Una laxitud administrativa en su justificación, que básicamente dependía del viajero, ha permitido que casi cualquier estadounidense pudiese visitar Cuba, y ello ha provocado que sólo en los cinco primeros meses de este año, 285.000 ciudadanos de EE UU viajaron a la isla, tantos como en todo 2016, y se calculaba que si la dinámica siguiese sin trabas a finales de año la cifra superaría los 400.000, según elpais.
Trump, no obstante, va a exigir desde ahora un mayor control administrativo de cada viaje y se dispone a estrangular una de las modalidades más extendidas, la denominada “persona a persona”, que permite desplazarse a Cuba fuera de grupos organizados alegando motivos educacionales, quedando en principio a salvo de la quema los viajes familiares de cubanoamericanos.
Cabe recodar que Starwood firmó con Cuba en marzo de 2016 el primer acuerdo para operar dos hoteles en La Habana, convenio rubricado la víspera de la histórica visita del presidente de EEUU, Barack Obama, a la isla, el emblemático Hotel Inglaterra de la Habana Vieja, y el Hotel Quinta Avenida, en la barriada capitalina de Miramar, que son propiedad de Gran Caribe y Gaviota.
Starwood, no obstante, como reveló REPORTUR.com, retrasó su apertura en La Habana del Hotel Inglaterra al 1 de diciembre de 2017 según señalan en su web, cuando la inauguración del hotel estaba prevista para noviembre de 2016, una decisión conocida poco de que el magnate ganase las elecciones (Starwood retrasa abrir en La Habana tras la victoria de Trump).
En materia aérea, algunas las nuevas rutas abiertas entre Estados Unidos y Cuba venían registrando poca ocupación, como por ejemplo los de American Airlines, que operó 56 vuelos semanales para poder visitar la isla tras el deshielo diplomático entre ambos países, aunque, la mayoría de ellos parten con más asientos vacíos que ocupados, lo que ha provocado cancelaciones de enlaces sobre todo si no pasaban por La Habana (Poca ocupación en los primeros vuelos de Estados Unidos a Cuba).
En cambio, los que han seguido incrementando su presencia en la isla son los grupos turísticos españoles, como Iberostar, ValentínCuba, Globalia o sobre todo Meliá, que como se anunció en la pasada FITCuba 2017, y como reveló REPORTUR.com, la hotelera de Gabriel Escarrer prevés sumar nuevos hoteles para potenciar el segmento de circuidos en la isla (Meliá suma 8 hoteles en el centro de Cuba para impulsar los circuitos).