Fin de semana de análisis en reportur

Banqueros y billionarios se atragantan como hoteleros

Soros compra la mayor cadena sudamericana, Atlantica Hotels
Soros entra en Fën Hoteles invirtiendo US$300 millones
Gilinski se queda sin el Villamagna de Madrid: lo compran unos turcos

Mónica Llibre | 22 de abril de 2016 Deja un comentario


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La pasada venta de Occidental por parte del BBVA y Amancio Ortega supuso el enésimo ejemplo de que las grandes fortunas y los poderes financieros se han atragantado cuando se han metido a hoteleros. Las cadenas que peor han evolucionado en estos años han sido las que han tenido como accionistas a los ‘ultrarricos’ y a los bancos o fondos de inversión, como desgrana este medio en su sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.

Por ejemplo en España, las cadenas NH, Silken, Hospes, Room Mate, RafaelHoteles, AC, Beatriz o High Tech son las muestras más claras dentro de la hotelería urbana de haber dado últimamente pérdidas regulares, mientras también en el ámbito vacacional, el desempeño de Occidental demuestra que no supo aprovechar igual que sus competidores la pujanza del Caribe, donde se ubica el grueso de su planta.

Paradigma de este caso es Amancio Ortega, el empresario español más exitoso de la historia, al que en 2012 Bloomberg colocó como el tercer hombre más rico del mundo, únicamente tras Bill Gates y Carlos Slim, que solo tiene en el hotelero el único sector que se le ha resistido.

La industria del alojamiento supone así un borrón en la trayectoria de un hombre cuyo patrimonio es mayor que el PIB anual de 100 países, y que vio como tras entrar en NH en 2003, y llegar a controlar un 10 por ciento de la cadena, culminó hace año y medio su salida del capital sin lograr ni de lejos multiplicar su inversión como ha hecho con las tiendas de ropa.

Y con Occidental, no solo no multiplicó su inversión, sino que vio como se apuntaba minusvalias, pues entró en 2007 con el 42 por ciento de la cadena junto al mayoritario BBVA pagando entre los dos 700 millones, mientras a Barceló ambos han vendido tasando toda la hotelera en alrededor de 300 millones de euros, dado que las pérdidas de Occidental estos años les han impedido invertir en reformar los establecimientos al nivel que el mercado hoy exige, y esas necesidades de ‘capex’ han justificado el bajo precio de la operación (Barceló compra 42% de Occidental y negocia con BBVA llegar al 100%).

COSAS DE FAMILIA. Únicamente a Ortega le ha ido bien cuando se ha asociado a un hotelero de probado éxito como Miguel Fluxá, con quien mantiene una estrecha relación y con el que tiene un acuerdo para los hoteles que en el sur de España compró a Thomas Cook, así como para el establecimiento que Iberostar planeaba abrir en la céntrica Plaza Cataluña de Barcelona, en un edificio propiedad del presidente de Inditex que ahora acoge a la tienda Apple y cuyo proyecto se ralentizó a causa de la moratoria impuesta por la alcaldesa populista Ada Colau (Al tercer hombre más rico del mundo solo se le atragantan los hoteles).

Misma suerte que su padre ha corrido la hija mayor del dueño de Zara con su incursión en el negocio hotelero, pues Sandra Ortega, heredera del paquete mayoritario de su madre en Room Mate Hotels, sigue viendo como los números de la cadena no remontan, ya que sus márgenes netos han venido oscilando en un 10 por ciento negativo, facturando los últimos años unos 25 millones de euros y perdiendo alrededor de 4 millones (Room Mate refinancia el 80% de su deuda de 17 millones hasta 2018).

Otro ejemplo de una familia con mala experiencia al desembarcar en la industria hotelera lo protagonizan las Koplowitz, dado que Alicia en 2003 junto Orient Express compraba el Ritz de Madrid a la francesa de capital japonés Le Meridien por cerca de 120 millones de euros, y el pasado mayo ambos vendían por 130 millones a los saudís de Olayan Group y a los chinos de Mandarin, cuando solo poniendo a plazo fijo esa inversión durante estos 12 años obviamente hubiera podido rentabilidad muchísimo más su dinero (Mandarin compra el hotel Ritz y entra en Madrid por la puerta grande).

LOS CONSTRUCTORES. Su hermana Esther Koplowitz, que tuvo problemas en FCC, tampoco vive un camino de rosas en su aventura hotelera, pues hace año y medio tuvo que aportar fondos para recapitalizar Hospes junto a los otros accionistas de la cadena a partes iguales, la familia Yera y la familia Hernández López, después de que anteriormente hubieran tenido que reducir su capital en 35 millones porque su patrimonio neto era menor a la mitad de su capital social (Alicia Koplowitz socorre una vez más a la hotelera de su hijo).

Y es que en España, las turbulencias han marcado la escala en el sector hotelero por parte de los grandes empresarios del sector inmobiliario, desde RafaelHoteles, a Foxá, Nuñez y Navarro, Martinsa-Fadesa, TRH o Beatriz, a los que hace un año se sumaba el Grupo Urvasco, destacado promotor inmobiliario y propietario del 93,25 por ciento de la hotelera Silken, que entró en concurso de acreedores con un pasivo que rondaba los 1.000 millones y una deuda acumulada de más de 112 millones de euros a diferentes entidades (La matriz de Silken, a concurso con 70 millones de deuda por un hotel).

Las inversiones de estos reyes del ladrillo españoles en el campo hotelero datan de los años del ‘boom’, cuando sin apenas conocimiento del sector se lanzaron a levantar establecimientos en zonas donde pocos expertos de la industria se hubieran atrevido a hacerlo, y su escaso tino tuvo muy corto recorrido cuando estalló la crisis a finales de 2007.

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LOS AMERICANOS. En el Nuevo Continente también hay numerosos casos de aterrizajes frustrados de billionarios en la industria hotelera, como el del mexicano Carlos Slim y sus planes para Acapulco, un destino que hoy es el que peor desempeño está en su país (Slim y Posadas ocupan el hueco de grandes hoteleras en Acapulco).

También Gustavo Cisneros trata de desembarcar en la hotelería vacacional con la apertura de un Four Seasons en República Dominicana, que ha despertado grandes dudas sobre su viabilidad tanto por la zona –Miches está algo alejado de Punta Cana y Bávaro y su oferta de ocio– como por el dominio de esa marca en la comercialización con touroperadores (Pros y contras del Four Seasons de Miches).

En Colombia, los dos mayores ricos del país, Luis Carlos Sarmiento Angulo y Alejandro Santo Domingo, son los propietarios de dos de las tres principales cadenas del país, en el primer caso, de Hoteles Estelar desde hace años, y en el segundo, de Decameron más recientemente, una cadena que repuntó gracias a la labor de su fundador, el fallecido Lucio García, dejando como único gran hotelero puro en el país a Jorge Londoño, dueño de GHL Hoteles (Solo queda un empresario hotelero puro en Colombia: Londoño).

También el banquero Jaime Gilinski compró hace pocas fechas algunos de los hoteles más emblemáticos de Colombia (Gilinski ultima comprar emblemáticos hoteles de Pierre Falcone en Colombia), aunque fracasó en su tentativa por hacerse con uno de los establecimientos más señeros de Madrid, el Villa Magna (Gilinski se queda sin el Villamagna de Madrid: lo compran unos turcos).

En Brasil, el magnate George Soros y Tao Capital compraron hace año y medio la mayor cadena sudamericana, Atlantica Hotels, fundada por Paul Sistare (Soros compra la mayor cadena sudamericana, Atlantica Hotels), aunque el momento elegido no se revela ahora el más oportuno dado el hundimiento del sector turístico que desde entonces está viviendo el mayor país de Iberoamérica (El hundimiento turístico de Brasil al detalle con datos y argumentos).

No obstante, hace medio año la firma de inversión del multimillonario George Soros siguió apostando por el rubro hotelero de la región con la inversión de hasta US$300 millones a la expansión en América Latina de Fën Hoteles, la cadena hotelera argentina, propiedad de Patricio Fuks, a fin de ayudar a financiar hasta 5.000 nuevas habitaciones de hoteles en Perú, Chile, Ecuador, Argentina y otros países sudamericanos en los próximos tres años (Soros entra en Fën Hoteles invirtiendo US$300 millones).

LOS FINANCIEROS. Otro gremio con un frustrado ingreso en el negocio de la hotelería es el de la banca y los fondos de inversión, desde las dos mayores entidades financieras españolas a las extintas cajas de ahorro, que no tuvieron acierto al elegir las empresas para entrar en la industria y que llegaron a tener presencia en varios accionariados de conocidas enseñas, como Bankia, Caja Murcia, Ibercaja, la Kutxa, y Caixa Galicia (NH); Caja Navarra (AC); CCM (Room Mate); Caja Duero (Losan); Cajasol y Unicaja (Hoteles Playa).

Los fondos de inversión tampoco han demostrado especial tino en su penetración en la industria, con los casos de Dinamia o Mercapital y N+1 (High Tech); Landon (Sercotel); Carlyle (Orizonia-Luabay), aunque ahora gigantes de la gestión financiera internacional como Blackrock han entrado en cadenas como NH o Park en Husa (El dueño de Husa planea entregar su matriz a un fondo de Park Street).

Tampoco especial éxito han cosechado los dos grandes bancos nacionales cuando han irrumpido en el sector hotelero, en especial el Santander, que no ha apoyado la expansión internacional de las hoteleras de su país, grandes o pequeñas, tal como sí hizo su gran competidor el BBVA, aunque esta entidad se haya tenido que apuntar el borrón de Occidental.

LOS GRANDES. Por alguna razón que desde fuera resulta incomprensible, la familia Botín no ha creído en el negocio que menos ha padecido la crisis, de ahí que las delegaciones de la entidad en los centros turísticos españoles de primer orden, Baleares, Cataluña y Canarias, apenas sí muevan ficha por el Sector (Banco Santander, la entidad grande que menos apoya al sector turístico).

Nada que ver con el BBVA, que incluso tiene un comité de consejeros en el que figuran algunos grandes del sector o sus más altos dirigentes y que se reúnen, si no periódicamente, sí con cierta frecuencia para analizar la situación de la primera industria de España. La entidad presidida por Francisco González es la más comprometida a día de hoy con el negocio hotelero, pues es la que más dinero tiene prestado a las grandes cadenas, desde Barceló a Iberostar pasando por Bahía Príncipe y otras de mayor o menor calado.

El Santander en su día fue el banco de referencia de Meliá cuando operaba bajo las marcas Hoteles Mallorquines y Sol, pero fue a raíz de la salida a Bolsa de la hotelera de los Escarrer que se enfriaron las relaciones, con un comportamiento ético del BS que dejó mucho que desear. Ni tan siquiera la presencia de Abel Matutes en el consejo del banco -lo primero que hizo Ana Botín fue remodelarlo sin el presidente de Palladium- sirvió para que el BS se mostrara más predispuesto a volcarse con la actividad empresarial más importante de España (Matutes deja el consejo del Santander).

El fenecido Emilio Botín solo lo hizo cuando a finales de 2010 tuvo que nombrar a Rodrigo Echenique como presidente de NH, obligado por la pignoración de un crédito a Hesperia, aunque el que fuera CEO del Santander entre 1988 y 1994 dejará el cargo de forma inminente. Además, la familia Botín posee un hotel en Santander, el Real, que tras años bajo la gestión de Husa pasó al portfolio del Grupo Hotusa tras los reiterados impagos de la hotelera de Gaspart (Echenique deja la presidencia de NH para centrarse en el Santander).

¿Cuáles son los motivos entonces que hacen coincidir en su fracasos hoteleros a probados fenómenos en multiplicar su dinero? Se apunta a cierto desprecio a las dificultades del negocio, como si por el mero hecho de tener un establecimiento abierto los clientes fueran a llegar, sin planificar correctamente estrategias, ubicaciones, producto y sobre todo la falta de gestores con pedigrí y experiencia, que en su inmensa mayoría sí engrosan las filas de las verdaderas cadenas punteras españolas, las de Escarrer, Riu, Barceló, Fluxá, Piñero y Matutes.


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