Deja un comentario Muy próximo a celebrar su aniversario 56, el hotel Tryp Habana Libre, un ex Hilton, continúa sumando mejoras a sus instalaciones, siempre atractivas por la belleza de esa clásica edificación, cuya envidiable ubicación la sitúa en el corazón mismo de la parte más moderna de la capital cubana.
Propiedad del grupo local Gran Caribe, que contrató su explotación a la cadena hispana Meliá Hotels International, ese inmueble acaba de reabrir su piscina, a la que le fue sustituido todo el revestimiento, el sistema de recirculación y las luminarias. Además, en esa área se montaron nuevos baños, duchas y jardineras; y fue creado el snack bar El Mangle, de próxima inauguración.
Tal renovación forma parte de un amplio programa de inversiones para elevar el confort del hospedaje, uno de los grandes establecimientos emblemáticos de La Habana, junto a sus homólogos -todos en la barriada del Vedado– Nacional de Cuba, Riviera y el recién reabierto Capri, que operará NH, en su retorno a los predios antillanos.
Este venidero 19 de marzo -lo estrenaron en 1958- se cumplirán los 56 años del céntrico alojamiento, que sin poseer avales en años como los de la Fortaleza del Morro o la Catedral de La Habana, constituye una silueta indiscutible de la imagen de Cuba y su capital.
Su presencia sigue descollando en el horizonte citadino, como sucedió desde su apertura, a un costo superior a los 21 millones, tres veces la cifra inicial prevista. Con los fondos de la caja del retiro de los trabajadores gastronómicos, se compraron en marzo del 53 los primeros terrenos en las manzanas que encierran las calles L, M, 23 y 25, para su construcción.
Devino desde entonces en una relevante institución hotelera, que se alza sobre una colina y en una esquina muy populosa de La Rampa, que siempre atrae la atención de los clientes -y no solo por sus 25 pisos-, con diversos intereses, como ahora es que se le promociona como ideal para hombres de negocios, eventos, vacaciones y lunas de miel.
Con 572 habitaciones, cuatro restaurantes, 3 lobby-bar y 10 salas de reuniones, el Tryp Habana Libre exhibe una larga y sustanciosa historia. A sus atractivos de localización y comodidades, se suman su estructura arquitectónica símbolo del boom de los años 50 y el fungir desde su propia aparición cual una galería inmensa del buen arte y la cultura nacionales.
De seguro muchos le envidian a esa edificación Cinco Estrellas el gigantesco mural de la artista plástica cubana Amelia Peláez, montado en su frente y confeccionado con teselas de vidrios de colores azul, blanco y negro, cual una representación moderna de una naturaleza muerta.
En su interior, los esperan asimismo otras antológicas creaciones como el no menos célebre mural de su colega y coterráneo Alfredo Sosabravo, una gran cerámica y que como la obra de la Peláez atrae la mirada inmediata de curiosos conocedores y de neófitos también, en lo que coinciden todos los colegas que me han precedido en la tarea de describir los encantos de este inigualable mirador capitalino.
