En la región de Cuzco, Machu Picchu es todo. Sin embargo, primero por el Covid y después por los disturbios derivados de la caída del Gobierno de Pedro Castillo, la normalidad no termina por retornar.
Ahora, lejos de mejorar, el conflicto se ha agudizado. Ahora el enclave vive una huelga ilimitada en contra del ministerio de Cultura, que es el que gestiona el enclave. O lo hacía, porque ahora se ha adjudicado la venta a una empresa privada. El primer ministro dijo que una mafia –esta fue la palabra empleada—se había apropiado del actual sistema de venta de entradas en las taquillas para su propio beneficio.
El conflicto lleva cinco días y han tenido que ser evacuados 1.200 turistas que habían quedado atrapados en la zona. Ahora el Gobierno estudia la clausura, por un periodo de tiempo, de Machu Picchu, hasta que los trabajadores y los habitantes de la zona vuelvan a la normalidad.
En un día normal, la fortaleza recibe unas 4.500 personas. Se trata del mayor atractivo turístico de la región, sin el cual es impensable el éxito turístico del Perú.
Diariamente sólo la caja del ministerio de Cultura pierde en concepto de entradas unos 263 mil dólares por la huelga. Pero mucho peor es lo que se pierde por parte de las empresas vinculadas, que tienen en Machu Picchu su negocio turístico.
Como publicó REPORTUR.co hace un año, un estallido social vació la ciudad de turistas por falta de seguridad (Perú: reabre Machu Picchu tras el estallido social que vació el turismo).