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En declaraciones radiales el ministro de Turismo Matías Lammens, dijo que este fin de semana puente ha sido el «mejor de los últimos 10 años» en materia turística, que se espera un récord en el próximo verano y que la actividad turística se va recuperando y valieron la pena el esfuerzo y las inversiones.
La mirada de Lammens es parcial y su valoración aplica a la hotelería y servicios de plazas nacionales en un contexto en el que las agencias emisivas y turoperadores que históricamente vendieron destinos internacionales sigue siendo precaria. Poco auspiciosa aún cuando se reestablecen algunas frecuencias y rutas aéreas pero cuando los impuestos para aéreos al exterior acumulan casi un 65% de cargas impositivas, una medida controvertida, sin señales de dar marcha atrás.
Desde el oficialismo sólo se remarca que «Estamos de a poco recuperando la vida que teníamos antes. Es mucho mejor que 2019. Tenemos el mejor fin de semana de los últimos diez años. La cámara de empresarios de Mar del Plata dice que (en esa ciudad) es el mejor fin de semana de los últimos ocho años y viene una temporada histórica», sostuvo el ministro. Lo que no se advierte es que el «boom» turístico nacional obedece a la limitación -por causas diversas- pero especialmente económicas de que quienes usualmente viajaban regional o internacionalmente hoy se queden en el país ante los desmedidos recargos y una política que busca desalentar la fuga de divisas, aún cuando lo hacía en nombre de «medidas sanitarias».
Sin dudas el plan Previaje fomenta el movimiento turístico interno pero no da ninguna solución a las agencias de viajes y turoperadores que, si han logrado sobrevivir, han tenido que reinventarse. Aún con las buenas noticias de que desaparece el cupo diario de ingreso al país, la conectividad aérea quedó debilitada; menos frecuencias, menos compañías y menos integración al mundo.
