Los tres grandes gigantes aéreos estadounidenses —American, United y Delta— afrontan el futuro con más fortaleza que sus rivales para imponerse a los desafíos del entorno. La clave es la pujanza del dólar y el apoyo proteccionista que caracteriza al gobierno que preside Donald Trump, además del crecimiento económico que viene registrando la primera potencia mundial.
El alza del petróleo amenaza con llevarse por delante a algunas aerolíneas, o a obligarlas a fusiones. La más sonada ha sido la de Emirates con Etihad, poniendo de relieve las dificultadas que están soportando los grandes grupos del Golfo, también incluyendo a Qatar Airways, muy afectada por el bloqueo político a Doha. Pero además de las árabes, las aerolíneas latinas viven una crisis, y las europeas viven asustadas bajo la sombra de una recesión.
Desde el 1 de enero, el Banco Central Europeo dejará de comprar deuda pública de los Estados miembros del euro, lo que puede derivar en un desplome de la divisa comunitaria, en medio de un estancamiento en la iniciativa política en sus grandes potencias, a diferencia de lo que ocurre con el autoritarismo que caracteriza a los gobiernos de EEUU, China o Rusia, cuyos líderes mandan con mano de hierro.
El hecho de que el petróleo se pague en dólares, así, parece un factor para que las aerolíneas estadounidenses tengan ventaja, y puedan incluso expandirse como lo están intentando en Latinoamérica —United con Avianca y Delta con Aeroméxico—, después de la ofensiva de Qatar —en IAG, Cathay o Latam— de liderar los grandes grupos aéreos mundiales.