Brian Pearce, economista jefe de la IATA, concluye que “la tendencia es el viaje personalizado y hecho a la medida”en un tiempo en que los vuelos supersónicos e incluso los jets privados compiten con las líneas de bajo coste, cuando ya se puede cruzar el Atlántico en cinco clases: el superlujo de las aerolíneas del Golfo, la business de toda la vida, la ‘premium economy’, la turista de siempre, y el bajo coste más simple.
La aviación evoluciona hoy imparable hacia acentuar la segmentación de su producto, y dentro de esta segmentación, hacia agudizar la personalización. El último en pronunciarse en este sentido, aunque con algo de retraso, ha sido el CEO de Globalia, Javier Hidalgo, en su gran gira por América Latina, anunciando que deben avanzar hacia permitir mayor personalización del vuelo al pasajero.
Por ejemplo, Alex Cruz ha vuelto a innovar con la fórmula salvavidas para las aerolíneas clásicas al plantear que se dividan en dos marcas para poder atender a sus dos grandes mercados, el premium y el low cost. Entre tanto, Ryanair parece cada vez más decidida a irrumpir en el largo radio, con su interés por comprar Alitalia o Lufthansa, al tiempo que coquetea con Air Europa.
“Los millennials soportan butacas estrechas, rutas ineficientes y un servicio limitado porque quieren ver el mundo ahora en vez de esperar años”, justifica Jason Dorsey, presidente de la consultora The Center for Generational Kinetics. La demanda aérea crece, y hoy el consumidor antepone las experiencias a las posesiones materiales. El largo radio cada vez estará más cerca con las low cost, y la segmentación será cada vez más creciente.