El Gobierno finalmente autorizó FlyBondi a operar 85 rutas regulares, de acuerdo a la resolución del Boletín Oficial del 29 de junio. La resolución excede los permisos sugeridos JATA (Junta Asesora de Transporte Aéreo) que recomendó otorgar 77 de las rutas que la nueva aerolínea había pedido. El ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, agregó otras siete rutas más.
Si bien mucho se ha hablado de la llegada de las low cost, ésta es la única que ha nacido bajo ese concepto y por el momento las demás aerolíneas ajustan su modelo a una incipiente etapa en el nuevo contexto aerocomercial de Argentina.
Flybondi aún con un plan detalladamente esbozado no deja de ser una compañía experimental en el contexto argentino; con grandes distancias, pocos aeropuertos principales y casi nulos los alternativos, tasas aeroportuarias altas, conflictos gremiales persistentes -que justamente en el día en que el Gobierno habilita a Flybondi parte del personal aeronáutico de Latam Argentina hace huelga- y dudosos controles públicos, tan en vilo tras el reciente accidente fatal de autobús en Mendoza que circulaba con licencias vencidas.
La flamante low cost durante los meses en vilo (antes de obtener licencias por quince años) ha sabido hacer campañas promocionándose de manera transparente, con foco en el precio bajo, pero también generando expectativa y cercanía en el tono de sus enunciados.
Estando en la mira de los gremios aeronáuticos, abriendo un sinfín de preguntas a Aerolíneas Argentinas, con cierta desconfianza de la sociedad civil respecto a la seguridad y/o controles de los aviones y con el resto de las aerolíneas acercándose al concepto de vuelos económicos, Flybondi tiene múltiples desafíos para poder llevar adelante un negocio exitoso en Argentina.