Las grandes cadenas españolas sufrieron presión de los bancos durante los peores momentos de la crisis. Sus deudas rondaban los mil millones de euros en los principales casos, y las entidades andaban histéricas, contagiadas del clima deprimente general en ese país. La respuesta fue de calma, porque ningún sector tenía las ventajas que hoy disfrutan las primeras hoteleras vacacionales de España, como desgrana este medio en su sección Fin de semana de análisis en REPORTUR.
La respuesta fue de calma porque con el valor de los activos a precios de mercado las cadenas tenían para pagar holgadamente dos y hasta tres veces sus obligaciones con los bancos. Y si eso no fuera suficiente, el grueso de sus clientes eran de fuera de España, por lo que el negocio seguía funcionando con altos márgenes y dejando excedentes de sobra para cualquier imprevisto o empeoramiento de la situación (Año de utilidades récord para las grandes hoteleras en México).
La consecuencia de esta presión bancaria es que durante un par de años, algunas de las principales cadenas tuvieron que frenar el ritmo de su expansión. Les costaba más conseguir crédito en buenas condiciones, y tuvieron que explotar la fórmula del management, menos conocida para ellas. Pero el tiempo volvió a dar la razón a las hoteleras, y despejados los nubarrones, se lanzaron a reducir deuda para no volver a sentirse limitados en su crecimiento por motivos injustificados.
Tanto Meliá, como Barceló e Iberostar coincidieron en su último ejercicio en darle un buen recorte a sus obligaciones, en alrededor del 10 por ciento en un solo año, hasta bajar ampliamente de los 900 millones de euros deuda. La diferencia entre el ebitda y el resultado neto del pasado 2014 se justifica en la cantidad destinada a amortizar, para tener manos más libres en el futuro aunque no hiciera falta.
Hoy día, para las citadas cadenas españolas, solo las propiedades —y sin contar el valor de marca— superan los dos o tres mil millones, por lo que les parecía una locura que les metieran en el mismo saco que a constructoras u otros sectores más directamente golpeados por la crisis en España, ante los pocos activos y las nulas ventas dependientes en exceso del mercado nacional (Desglose de los ingresos récord en 2014 de las 6 hoteleras españolas).
Algunas cadenas optaron así por deshacerse de algunas propiedades aunque manteniéndose como gestores, mientras otras optaron por refinanciar deuda y librarse así de la presión constante de las entidades.
MELIÁ. Desde diciembre de 2014 hasta final de junio, por ejemplo Meliá, la mayor cadena española, redujo su deuda neta en 118 millones de euros, hasta quedar a 30 de junio en 868 millones de euros, gracias a la venta de varios inmuebles a Starwood Capital.
La compañía también presentó los resultados de la nueva valoración de sus activos, realizada por Jones Lang Lasalle (la última se había realizado en el año 2011), por la cual, los hoteles y activos inmobiliarios incluídos en el balance de Meliá Hotels International poseen un valor de mercado, a 30 de junio de 2015, de 3.555 millones de euros.
De enero a junio, la cifra de negocio en todo el mundo de Meliá fue de 838,7 millones de euros, un 19 por ciento más interanual, mientras la utilidad bruta de explotación (Ebitda) superó los 162,7 millones de euros, un 43% más, y la utilidad neta fue 20,3 millones de euros, el triple respecto al mismo periodo de 2014 (México fue para Meliá el mercado que más creció hasta junio).
BARCELÓ. De su lado, el conglomerado presidido por los primos Simón y Simón Pedro Barceló, redujo el 15,3% su pasivo durante 2014, lo que supone recortar 130 millones de euros del balance.
El grupo turístico había registrado unos resultados operativos muy positivos, los mejores desde el inicio de la crisis económica, y su deuda financiera neta quedó en 717 millones, la más baja de los últimos años.
El Ebitda ascendió a 216 millones. Actualmente, la relación deuda/Ebitda es de 3,3 veces, lo que sitúa a la firma dentro de un ratio muy seguro. La firma había llegado a tener una deuda seis veces superior.
IBEROSTAR. Por su parte, la cadena propiedad de los hermanos Fluxá Roselló, refinanció recientemente toda su deuda, cifrada en 850 millones. La hotelera, así, pagará un 1’5% de interés anual durante el próximo sexenio, en lugar del 4% al que venía haciendo frente hasta ahora.
La refinanciación, en la que el bufete Cuatrecasas ha actuado como intermediario, tiene al BBVA y al Banco Sabadell como principales actores. También han participado CaixaBank (190 millones de euros), Bankia (100 millones), Bankinter y Santander (casi 80 millones).
Iberostar, además cuenta en propiedad con alrededor de un 40 por ciento de toda su cartera, fijada en torno a los 100 establecimientos, siendo además suyos los de más valorados en estos momentos por los grandes fondos financieros, los situados en zonas vacacionales.
Para todas las cadenas, el buen desempeño en El Caribe ha sido la clave para poder afrontar sin apenas despeinarse importantes pagos en sus obligaciones. La revalorización del dólar y la mejora de la economías occidentales les va a suponer además que este 2015, como ya adelantó en portada hace un par de meses la revista de análisis y estrategia turística Preferente, sea un ejercicio con beneficios récord para ellos, que van a reinvertir en lo que mejor saben hacer: ser hoteleros.