Según varios touroperadores argentinos, que se dedican hace dos o tres décadas a la actividad, las perspectivas del negocio a mediano y largo plazo no son alentadoras.
Las variantes cada vez más acentuadas de compra directa por parte del pasajero se hace evidente en hoteles con venta directa, retail de supermercados como Falabella, Garbarino o Coto, venta masiva como la de cuponeras, agresiva oferta online incluso de aerolíneas que cada vez se dirigen al consumidor final y apenas por formalidad en letra chica sugieren “consultar a su agente de viajes”.
De acuerdo a Marcelo Da Cunha, titular de MDC , “la rentabilidad del mayorista en los últimos 10 años bajó un 500% y la tendencia continúa en la misma dirección, de ahí la necesidad imperiosa de vender cada vez mayores volúmenes puesto que los márgenes son muy bajos”.
Ante esa competencia feroz, el resto de la torta queda repartida entre los más grandes, Juliá, Ola y Piamonte, que también deberán ingeniarse para sobrevivir a futuro con estructuras que hoy rondan aproximadamente los 200 empleados.
El problema, sin embargo, no escapa a los minoristas, que también reconocen que deben ser cada vez más creativos, exclusivos y dar valor agregado (o especializarse) en todo sus productos y servicios.