Dave Calhoun abandona la dirección de Boeing. Las presiones le han superado. Pese a que está haciendo un buen trabajo, nada en Boeing hoy es sencillo. De manera que Calhoun dimite (Espantada en Boeing: su CEO anuncia su renuncia en plena crisis).
Pero dimite con efecto retardado: se irá el uno de enero de 2025. O sea, dentro de nueve meses, prácticamente una vida.
Se va también Larry Kellner, el presidente. Y Stan Deal, encargado de la división de aviones comerciales. Steve Mollenkopf se encargará de asumir la presidencia y, mientras tanto, buscará al sustituto de Calhoun.
La compañía sigue perdiendo dinero a espuertas. Las alarmas están encendidas porque estamos ante un riesgo serio de que el fabricante no salga de este agujero. Afortunadamente, Calhoun seguirá al frente en el interín. La gente que quiere lo mejor para Boeing le cree. Y lo que está haciendo va por buen camino.
La compañía se está gastando 4.500 millones de dólares sólo en este trimestre para poner controles efectivos de calidad. Vean ustedes el desastre al que había llegado. Los costes desorbitados y la incapacidad para dirigir el rumbo es el típico síntoma de una organización compleja impregnada de incompetentes. Que entren es fácil; impedirlo no está bien visto, pero cuando una organización tan complicada se llena de inútiles, ocurre lo que está ocurriendo: hay que arruinarse para hacer limpieza.
Nueve meses y Boeing parirá una nueva forma de trabajar. A ver si el nuevo jefe no es sólo políticamente correcto sino competente.