El momento en que esta acción se lleva a cabo llama la atención por un contexto que pide restringir el movimiento turístico. Por otro lado, hubo cuestionamientos desde los profesionales del sector que entienden que estos cambios de imagen distan de ser política de estado y son más bien gubernamentales, que cambian cada 3 o 4 años.
«La Marca País Argentina volverá a cambiar. Con tanto cambio, poca marca va a dejar en el mundo… No hubo una consulta popular para saber si los argentinos querían modificarla de nuevo; ahora les dan a elegir entre dos finalistas sin explicarles qué criterios deben tener en cuenta: simbolismo y diseño, entre otros», expresó una profesional de marketing turístico en sus redes.
A la vez, otros agentes defienden que la Marca País debe ser una política de Estado que promueva el turismo, potencia las exportaciones y atraiga inversiones. Cambiarla cuesta una suma de dinero público al renovar la cartelería; la folletería; las publicidades impresas, audiovisuales y digitales y de todo soporte. Una inversión dudosa y controvertida en un momento acuciante para la economía en general y la del sector turístico en particular.